De entre los restos romanos conservados en Monturque destaca, por su magnitud, la Gran Cisternaque se encuentra bajo el cementerio del pueblo. Esta cisterna fue descubierta casualmente en 1885 con motivo de unas obras de ampliación de pequeño cementerio que existía junto a la Parroquia de San Mateo.
Se trata de una obra de gran monumentalidad y significación, clara manifestación de una forma de vida altamente urbanizada, que tendería fundamentalmente a la recaudación y almacenamiento del agua de lluvia, con una capacidad de unos 850.000 litros.
Posee planta rectangular, conformada por tres naves o galerías paralelas, orientadas en sentido N-S, separadas por gruesos muros y cubiertas con bóvedas de medio cañón. Cada una de estas naves se divide en cuatro cámaras o compartimentos, de planta igualmente rectangular, comunicados entre sí mediante pequeñas puertas, rematadas por arcos de medio punto.
En la bóveda de cada uno de los compartimentos citados se abrieron una serie de óculos circulares, a modo de tragaluces, para dotar de ventilación a la cisterna. De igual forma se abrieron también encima de cada una de las puertas que comunican los compartimentos entre sí, y en la parte superior de los muros divisorios de las galerías, poniendo igualmente éstas en comunicación.