Contaba Rafael sobre la venta, que asimismo su abuelo le había contado, que en los tiempos del hambre, venían de fuera de la zona, a coger aceitunas al lugar, 4 desarropaillos (por poner una cantidad), que sólo traían lo puesto (es decir, sin más pertenéncias que sus vestimentas), durmiendo éstos en los pajares; a los que la gente del lugar llamaba con el apelativo de “los pelaos”, refiriéndose a que no tenían donde caerse muertos…
…muchas décadas después, Rafael compró la casa con pajares, convertida ya en venta, siendo éste el primer bar de la zona, al pie de la carretera/camino, en el que en un principio se servían 4 copas de aguardiente, debido a la miseria existente después de la Guerra Civil, quedando la venta a cargo de Pepita, su mujer, yéndose Rafael, a pastorear con las 4 cabras que tenía, para que estas comieran. Con el paso de los años se sirvieron a los clientes los tradicionales chorizos, morcillas y lomos de orza, que Rafael tras la matanza casera del cerdo, tenía en sus despensas para consumo propio; siendo el negocio regentado en la actualidad por sus nietos, que han seguido la tradición.
Rafael asimismo recuperó para la Venta el nombre de “Los Pelaos”, en honor y reconocimiento a estos insignes trabajadores, venidos de fuera a recolectar aceitunas, en la campaña de la misma; siendo éste el origen del nombre.